sábado, 23 de febrero de 2008

A las elecciones


La campaña más reñida de la historia de la España democrática ha comenzado. Se enfrentan de nuevo dos conceptos de entender España: por un lado la España reformista, social y abierta y por otro la España nacionalista, reaccionaria y crispadora.

Y estos calificativos son ciertos, en referencia a la derecha, me atrevo a decir que por desgracia. Nunca antes ha estado tan en peligro los avances sociales como en 2008: la izquierda que no se mueve a defender el mantenimiento de las reformas y la derecha monolítica con un solo pensamiento, que es que la izquierda jamás, jamás y jamás.

La movilización de la izquierda es más esencial que nunca. La victoria no puede ser por la mínima: la izquierda o es fuerte en el Parlamento o caerá, y ahí está Italia para dar una muestra de que no hay que depender de una amalgama de partidos. La izquierda debe gobernar y apoyarse en sus votos, como única garantía del mantenimiento de la política reformista.

La izquierda ha cometido errores, se ha quedado corta, no ha sabido imponer su postura. Ese último error es el fatal: marcar el discurso político frente al adversario da mucha más ventaja. El Gobierno socialista ha realizado grandes logros en este cuatrienio en muchos campos: no ha sabido darles la importancia necesaria. Porque esos logros son lo que se hayan en peligro, no se han vendido como deberían haberse hecho para ahondar la distancia frente al partido conservador, no se ataca con la suficiente dureza los puntos flacos conservadores: el caso Gallardón, el desinfle Pizarro, la no renovación de la cúpula, la deriva ultraconservadora, la fragilidad de Rajoy, la caída de los centristas y la subida de los halcones son cada vez más y más alarmas rojas que se ciernen sobre el futuro. Unido a un sector de sus apoyos mediáticos y sociales envalentonados y rayando la petición de revancha. Hay quien no aprende de la historia, hay quien insulta el evangelio de Cristo en su nombre.

La necesidad de la victoria de la izquierda radica en mantener las reformas, y en propiciar un nuevo terremoto en el seno de la derecha española, que lleve bien a la rectificación y se homologue a la CDU alemana, los Moderados suecos, la UMP francesa y el PSD portugués; y se aleje de las tácticas berlusconianas, del populismo de Haider y cualquier xenofobia y extremismo como el Vlaams Belang y Fortuyn. Sólo entonces la alternancia izquierda-derecha podrá ser bien aceptada por todos los españoles. Bien eso, bien llevar a la verdadera fractura de la derecha entre el búnker conservador y el centroderecha moderado, y que cada uno busque la hegemonía derechista. El partido conservador actual es peligroso porque es un atrapalotodo, una amalgama del centro a la extrema derecha unido por el objetivo que antes comentaba: la izquierda jamás, jamás y jamás.

Por ello, yo recomiendo el voto para el Partido Socialista Obrero Español, y para Izquierda Unida, esta última con muchas reservas. Si algo es la izquierda es protesta, es presión. Protesta por un mundo mejor, presión para no desviarse del camino marcado. Y cuando más apoyos consiga la izquierda más libre será de seguir esa vía: la vía de la socialdemocracia, sin cortapisas, sin peligros, con toda una mayoría social para abrir y asentar la sociedad alternativa, la sociedad libre.

Os pido que votéis ante todo, con libertad. A quien sea, por supuesto. Votad conforme a vuestra conciencia e interés, votad por amor a la democracia y al mantenimiento de los derechos que se hayan en peligro.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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